Vera se fue de vacaciones a la casa de sus abuelos para pasar el verano. La casa de ellos era grande y tenía un patio gigante lleno de árboles y flores, con una pileta enorme en el medio.
Resulta que el año pasado, estaban haciendo una casa en frente de ellos, y éste año cuando Vera volvió, la casa ya estaba terminada.
Vera apenas llegó a la casa desempacó las cosas y se fué a andar en bicicleta.
A donde primero se le ocurrió ir fue a la plaza, que quedaba a unas cuadras de la casa de sus abuelos. Mientras estaba yendo, observaba cómo había crecido el pueblo desde el año pasado hasta ahora. En eso, como ella iba distraída, se tropezó con un pozo grande que había en la calle y una niña que también se dirigía a la plaza en su bicicleta, frenó y fue a ayudarla.
- ¿Te encuentras bien? Fue un golpe fuerte, déjame ayudarte- la niña le extendió la mano para que Vera pudiese agarrarla y así lograr levantarse.
- Sí, me encuentro bien, gracias- sonrió Vera
- De nada, a mí me pasa siempre… y vos ¿cómo te llamas?- preguntó tímidamente
- Vera. ¿Y vos?- respondió
- Mi nombre es Natacha, creo que vos sos la que viniste a pasar el verano en la casa de tus abuelos que está enfrente de mi casa ¿no?- preguntó Natacha haciéndose la que no sabía
- Sí. ¿Es tuya la casa nueva? ¡Guau! ¡ahora somos vecinas!- contestó asombrada.
Vera y Natacha fueron las dos hacia sus casas. Mientras iban andando en bicicleta, escucharon ruidos y decidieron desviar su camino y dirigirse hacia ellos. Fueron rápido hasta que se encontraron con una feria grande. En la puerta de esa feria había un árbol donde decidieron apoyar sus bicicletas. Cuando Natacha dejó su bicicleta, ve grabadas en el árbol las iniciales “M y K” redondeados por un corazón. Natacha la llama a Vera y le dice que lo mire rápido. Vera va hacia el árbol, lo mira y le dice:
- ¿Querés que te cuente esta historia?- Vera ya quería empezar a decirle una fantasía…
- Sí, claro- dijo Natacha
- Bueno la historia empieza así….
Hace 60 años atrás, un señor llamado Martín, trabajaba en un circo, que todos los días recibía gente nueva para audicionar en él. Una vez, una chica muy pero muy hermosa fue a las audiciones y Martín al verla sintió amor a primera vista. La chica se llamaba Karina y audicionaba para el equipo de trapecio.
Karina vivía en ésta feria, que años atrás, había sido una mansión gigante, que con el paso del tiempo fue demolida y ese predio se convirtió en la actual feria.
Martín enamorado quiso invitarla a salir, pero élla lo rechazó.
Él no se dió por vencido, y optó por recurrir a su mejor arma: “su voz”. Entonces fue a su casa a cantarle una serenta. Tomó coraje, llegó a su puerta, inhaló profundo y comenzó a cantar una melodía que él había compuesto para élla.
Al cabo de unos minutos, y al ver que nadie respondía a sus notas, decidió asomarse por las rejas y espiar por su ventana.
Fue allí, cuando Martín vió a lo lejos a Karina con un hombre que la abrazaba y parecía amarla mucho. Tal fué la angustia de Martín al presenciar esa escena, que decidió quitarse la vida, sin saber que ese hombre era el papá de Karina que la consolaba porque esa noche había fallecido su mamá.
Martín sin dudarlo, tomó su navaja y en el árbol de la puerta de la mansión, talló con fuerza las iniciales “ K y M” que encerró en un corazón y acto seguido, clavó con fuerza la navaja en el centro de su pecho.
Ésta tragedia conmocionó tanto al pueblo, que en el circo nunca más se hicieron audiciones, y Karina y su papá decidieron mudarse a otra ciudad.
La mansión quedó abandonada durante muchos años hasta que fue demolida, pero el árbol con sus iniciales grabadas, sigue intacto hasta el día de hoy dentro del predio y en las noches estrelladas suele escucharse a lo lejos la dulce serenata de Martín.
Mucho mejor, Josefina! Hay algunas tildes que sobran como en "ella" (dos veces), "fue" y "dio". Tratá de eliminarlas para que quede perfecto.
ResponderEliminarBienvenida al segundo año de Prácticas del lenguaje.
Muchas gracias Laura!! dale dale, ahora las corrijo así queda mejor el texto.
ResponderEliminarSaludos.